Las gotas de lluvia golpeando su frente en las noches y el sol quemando su espalda en las mañanas así pasaba los días Jesús Green Green, un hombre de 52 años que durante los últimos 20, tomó por casa un parque de la ciudad capital, que más tarde se convertiría en la razón de su sustento.
Sin más que su deseo de “echar pa’ lante”, Green Green emigró desde Samaná tras la muerte de sus padres, en el 2000, y mientras caminaba por el Malecón de Santo Domingo sondeaba la esquina o “sombrita” en la que se echaría a dormir para seguir al día siguiente en busca de una oportunidad laboral.